Doné mi sangre aunque no te servía, madre.
Doné mi sangre para sostener tu vida y sanar tu herida.
Doné mi sangre para que permanezcas conmigo un día más, y otro, y otro...
Doné mi sangre y era amor.
Doné mi sangre y la de otros te fue dada... gota a gota.
Volviste a ponerte de pie, y a caminar, guerrera y sabia.
Volviste a ser abrazo y palabra y risa y ejemplo.
Madre... gracias por quedarte hasta abril, por ser valiente y cobijarnos, por ser nido y darnos alas... porque no estábamos listas para volar.
Honro tu memoria y piso suavemente sobre tus pasos en la arena, hasta que venga la marea y también me lleve.
Tu hija, Nanim Rekacz
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