viernes, 1 de julio de 2022

UNICORNIOS ENAMORADOS EN EL FIN DEL MUNDO

 RETO GNOMOSUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO DE Gnomo Literario

DIA 1: UNICORNIOS ENAMORADOS EN EL FIN DEL MUNDO
Los unicornios siempre han sido híbridos hermafroditas, la vergüenza de la familia, repudiados. A la mayor parte de ellos los asesinamos apenas nacen, ya que una incipiente protuberancia en medio de la frente los pone en evidencia. Quemamos los cuerpos, y los cuernitos los molemos hasta convertirlos en fino polvo, que usamos como afrodisíaco.
Algunos, sin embargo, se salvan, por incapacidad de sus progenitores de quitarles la vida, quienes los abandonan en bosques habitados por feroces animales carnívoros o en desiertos donde perecen víctimas de la sed y el hambre. Los escasos especímenes que logran sobrevivir se ocultan de tal manera que rara vez son vistos u oídos y, en caso de que ello ocurra, se ven obligados a matar al asombrado testigo de una cornada certera, para evitar ser delatados.
Existen cazadores especializados en rastrearlos, tentados por el exorbitante precio al que pueden vender los cuernos, ya crecidos, en el mercado de contrabando. Se rumorea, también, de ciertos casos en los que algunos unicornios han sido ocultados en sótanos por sus propios padres por largo tiempo, esperando que sus cuernos crezcan para, entonces sí, matarlos y convertir ese asqueroso hueso en valioso polvo. Ese parece ser el verdadero origen de unas cuántas fortunas.
Todos los unicornios desconocen la existencia de otros semejantes y se creen, cada uno, único y repugnante. Cuando beben en charcas y lagunas, cierran los ojos para evitar mirar ese cuerno blanco que brota en medio de sus frentes, retorcido y brillante. Su estigma. Su condena.
Pero una vez, hace muchos, muchos años, ocurrió el milagro. En el fin del mundo, donde termina el continente y se sumerge en el océano turbulento y sólo crecen retorcidos cactus y los esqueléticos árboles se inclinan ante el viento, dos unicornios se toparon y constataron, con sorpresa y curiosidad, sus similitudes. Con algo de recelo, bufando y temblando, acercaron sus narices a sus partes y lamieron mutuamente hendiduras y protuberancias. Se excitaron. Sus corazones latieron al unísono, sus respiraciones se acompasaron y descubrieron un sentimiento dulce y luminoso, opuesto y diferente al miedo, la vergüenza, el rencor y la soledad. No lo sabían, pero era amor.
Se cabalgaron uno al otro, disfrutando la doble posibilidad de recibir y dar, de penetrar y ser penetrado, de poseer y ser poseído.
Parieron unicornios para la misma fecha. Y los criaron. Y así sucesivamente. Dicen que ese es el lejano origen de los rinocerontes.

No hay comentarios: