sábado, 2 de julio de 2022

FANTASÍA TROPICAL

para arrecifes

 DIA 2. DESAFIO GNOMOSUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO DE Gnomo Literario

FANTASIA TROPICAL
Hace tanto frío en Villa Pañil… Hoy amaneció a las 9.11 am pero aún no he visto el sol, oculto tras densas nubes. El cielo se desagota en una lluvia intermitente, fina, que se convierte de manera imperceptible, en nevisca y luego, en nevada.
El pasto se invisibiliza bajo los copos acumulados, y las ramas de los árboles se van doblando bajo el peso de la blanca espuma helada.
El silencio se siente, pesado y blando a la vez: una especie de cúpula insonora envuelve el paisaje, la cabaña, como si el mundo todo se empequeñeciera y aislara.
Crepitan las llamas en la estufa y el mate recién hecho humea su vapor, empañando los cristales del ventanal. Percibo cómo el tiempo se detiene, se suspende la vida misma, los latidos se apaciguan, se entumecen los pensamientos…
Cierro los ojos un instante y cruzo la calle Loiza, camino por Moczo una, dos cuadras… luego tomo Santa Ana y ya estoy en la playa. Me quito las sandalias y hundo los pies descalzos en la arena; camino en línea recta hacia la orilla. A la derecha, sobre la línea de horizonte, el cielo está más iluminado. Ya van a ser las 6 y el sol sale con prisa emitiendo unos rayos amarillos que atraviesan unas nubes que corren, rápidas, como caballos que se deshacen, a la distancia. Me sumerjo en el océano tibio de Ocean Park, floto en esa inmensidad acuosa sabiéndome presente, soy consciente de la maravilla y el privilegio de ser y estar. Giro sobre mí misma 360° para grabar todo el paisaje, las siluetas de las palmeras, las blancas edificaciones, un tronco traído por la marea. Disfruto ese momento sabiendo que me lo llevaré impreso en la memoria, tatuado en la epidermis, que será semilla perenne en futuros que adivino fríos, nevados, allá en el sur.
Salgo del agua y camino hacia el oeste, por la delgada franja donde arena y agua se funden en breves olas. A mi izquierda observo los edificios de departamentos y constato, una vez más, que no hay nadie en las ventanas, nadie en los balcones, nadie en los jardines de los hoteles. Nadie mira el mar, nadie ha visto este amanecer hoy, aquí. Nadie camina la playa. Nadie ha nadado conmigo a esa hora temprana del amanecer. Miro el reloj: son las 7 am. Una muchacha me cruza, viene caminando con un perro mientras habla por su teléfono celular. Y me pasa, al trote, un joven atlético.
Voy hasta Punta Piedrita y regreso, el sol, de frente, me abraza y me abrasa. Desando el camino, hasta la casa de mi amiga Yolanda, donde me preparo unos mates y los bebo en el balcón, mientras escribo un cuento en la computadora.
Cuando abro los ojos, la nevada se ha detenido y un mínimo rayito de luz ilumina, más allá del Lago Moreno, un retazo de montaña con la exacta forma de la Isla del Encanto, y desaparece.
Luego, se esfuma en la blancura silenciosa el bosque, la cabaña, el mate, mis manos, las letras… Somos arena, salada espuma y cristales de hielo. Silencio.
Ver estadísticas y anuncios
Todas las reacciones:
1

No hay comentarios: